
Los vi pasar a través del ruido inquieto de la nevada,aquí en la ciudad de Podil, ambas figuras compaginadas maravillosamente con diamantes brillando a través de sus cuerpos perfectos, un mago vestido de rojo carmesí, un ángel vestido de azul celeste, inmediatamente captaron mi atención, el mago por su porte, su misterio impregnado en cada paso, su sabiduría, su inteligencia,un hombre culto por excelencia . El otro era un jovencito, unos...¿17 años?,cabello rojo profundo y mirada altanera, un pequeño ángel caído que había bajado a la tierra para deleite mío,sí, mío, lo supe en cuanto vi sus ojos mirarme directamente cuando...
Pero ninguno de los dos eran humanos, por lo menos no superficialmente, cada paso helado de sus botas de cuero negras, cada movimiento gatuno y calculado, cada brillo sobrenatural de sus ojos, algo que jamás había visto en ninguna criatura humana,humana,humana.
Decidí seguirlos,¿qué podrían obtener unos príncipes pintados por Botichelli en este lugar?

Caminémcon paso anhelante en pos de ellos, pronto noté qué deseaban visitar, El monasterio de las Cuevas,Santa Sofía, y descubrí con sorpresa, que ningún humano los percibía. Eran rápidos y sigilosos,nunca un humano tuvo esa capacidad, un humano tuvo eso.
Después de que su mirada penetró en cada rincón del convento,pude ver una gran conmosión dentro de mi joven prospecto. Pero, de nuevo, los ví desaparecer en la ventisca.

Me sentí frustrada ¿quién con tanto dinero podría mirar la pobreza de nuestro pueblo?, ¿qué desea encontrar con eso? ¿Algún enigmático sueño,algún perdido recuerdo?
Rápidamente la respuesta vino a mi mente, claro, lo he estado mencionando sin descanzo.
Lo que quiere es mi pueblo,mi pobre,frío, y perdido pueblo.

Los seguí sin que me descubrieran,en el camino logré divisar sus figuras en la ventisca,sus capas volaban al compás del viento y sus cabellos se estremecían danzando en el aire. Como cuento de navidad,a través de una ventanita,una familia hablaba,discutía y rogaba, los buenos hijos de Ivan el guerrero a quien yo conocía. La primera vez que le hablé fue cuando los tártaros se habían llevado a su hijo Andrei, el hermoso y talentoso Andrei a quien traté de rescatar,pero fue tarde,muy tarde, por lo menos logré curar a su padre, y aunque le advertí que sus hijo slo necesitaban él se sumió en un eterno desconsuelo, él, el poderoso Cazador, derrotado al perder toda la belleza de su carne.
Mientras los veía la verdad iluminó mis pálidos ojos, Andrei había vuelto,para consolar a su padre. Un acto tierno, muy tierno...que llenó mi vacío corazón. Una oleada de amor me llegó cuando por fin él abrió la puerta, y aunque su consorte, el mago, le había advertido que no lo hiciera, entró valientemente, ferozmente, dejando que las hadas heladas del invierno irrumpieran en la casa como destellos de luz,me pregunto si él sentiría la soledad de su partida, los años que pasaron en valde mientras el desapareció,amando un mundo diferente...
Una mirada interrumpió mi pensamiento y concentración,me topé con la mirada de cielo del mago,un breve instante que enamoró,me hizo perderme en su inmensidad.

Él me dijo: una pequeña espía, incapaz de mantenerse en su lugar,el bosque, dime pequeña damita,sientes curiosidad? -esto lo dijo enseñando sus potentes pero gentiles caninos-.
Tragué saliva pero me mantuve firme y salí de mi escondite,protesté ante su natural agresividad: estás hambriento hijo de la noche, ahora comprendo lo que vos sos.
Él sonrío: estás asustada, pequeña niña?
Negué lentamente admirando su belleza: fascinada, no había conocido a alguien diferente a los humanos.
Anque quería acercarme me quedé quieta, sentí que me evaluó,de pies a cabeza, con su nariz,persiviendo los olores del invierno de Kiev.
Susurró: tú eres su espíritu, lo que queda de él, tu sangre es valiosa para nosotros los...
Un pequeño rechinido llenó la nada entre nosotros, él me sonrío, susurró: quédate. Pero yo desaparecí,le mostré en mi mente el deseo de no ser percibida,como todoun caballero lo comprendió.


Emprendieron de nuevo su busqueda, esta vez, en una taberna del pueblo, el mago me permitió seguirlos, aún estaba más intrigada por él. Iban a ver a Ivan, pobre Ivan, abandonado en la oscuridad de la taberna, solo con su borrachera y su dolor. Hasta que su rostro se iluminó al ver al muchachito, al percatarse de que era su pequeño hijo que había regresado de la muerte, que había superado las barreras del tiempo y ahora se plantaba ante él como un príncipe de lujosas ropas. Se despidieron, rápidamente, la tristeza del ángel brotó de sus ojos pardos, sentí como en su corazón todo eso era demasiado para él. De repente, de la ventisca salió la imágen de una pequeña anciana, se dirijió a él llamándolo "Andrei". Él la tomó en sus brazos, fundiéndose en un abrazo tierno y cálido, su encuentro hizo que el bosque recuperara la primavera. La pequeña anciana le entregó un huevo de pascua, de color rojo carmesí y una estrella en medio, Andrei lo abrazó contra su pecho, para nunca dejarlo ir de su corazón.
